La nostalgia suele ser el aroma que mejor define la vida de las personas, ese remembranza en el cual el pasado se carga de colores maravillosos y magicos que hacen que todo relumbre mas, como si los recorriera una luz cegadora pero bella de la cual resulta imposible apartar la vista. Tal vez el escritor que mejor capto esa luz es Ray Bradbury quien, obligado por sus padres a viajar de la rural Illinois a Los Angeles nunca pudo recuperarse del hecho de dejar su infancia y todas esas maravillas de la naturaleza atras.
Los lectores de Bradbury -literalmente millones- siempre supieron ver en él al gran hombre que hablaba del futuro pero en realidad miraba hacia su pasado, hacia epoca en la cual, siendo niño, niño pequeño, podia tomar las doradas manzanas del sol de los arboles de su abuelo.
Muchos españoles sienten que comparten esa sensacion porque, en realidad, ellos pasaron por lo mismo que el pequeño Ray: como él, ellos tambien solian correr libres por los patios, disfrutando una epoca dorada donde cada dia parecia mejor que el anterior.
Luego, agotados, se sentaban bajo esos inmensos arboles y mordian esas naranjas jugosas dejando que el jugo maravilloso que las completaba corriera por su boca y le diera nueva energia a sus agotados cuerpos.
Muchos españoles, no esta de mal repetirlo, sienten que extraña ese sabor porque la realidad es que hoy no existen practicamente naranjas asi, en parte gracias a los laboratorios que llenas los arboles de fertilizantes que hacen las frutas mas grandes pero no mas ricas (paradojas de la modernidad).
Para recuperar ese viejo sabor perdido, existen las naranjas de Valencia cultivadas por un joven grupo de agricultores decididos a que cada uno de sus clientes recupere el sabor de la fruta original que mordieron hace tanto tiempo ya, en los jardines de sus abuelos.
Si quiere más información al respecto, solo visite la pagina web de estos agricultores.
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